Nietzsche y Schopenhauer: Una comparación.

Siglo XIX. Uno de los mejores siglos para el pensamiento. Quizás, histórica, social y políticamente seamos hijos del siglo XX, pero intelectualmente, todavía somos hijos del XIX, de los problemas a los que ellos nos abrieron, de su desbordante talento todavía no superado por nuestras mejores mentes.

Pero tranquilos, no nos estamos volviendo locos y sabemos que ya os hablamos del siglo XIX (de manera muy sucinta, eso sí) hace no mucho. Lo que haremos hoy será volver a dos de las mejores mentes que se desarrollaron a lo largo de este siglo, y estas, como casi todo lo importante (bueno o malo) que pasó en ese siglo, se desarrollaron en la incipiente Alemania.

A Schopenhauer y a Nietzsche hay muchísimas maneras por las que entrar a su pensamiento: A Schopenhauer desde la biología, la metafísica, la crítica a su tiempo, su estudio sobre la naturaleza del ser humano… A Nietzsche desde la crítica moral, la psicología, la crítica al lenguaje… Sin embargo, adquiriendo un punto de vista lo más abarcador posible, en este humilde artículo, los planteamos como los creadores de una nueva forma de pensar al ser humano desde todos sus ámbitos.

Aquí os haremos una pequeña comparación ente ambos filósofos, pues, a pesar de que coinciden en algunos puntos (de hecho durante un tiempo, Nietzsche fue un gran seguidor de la obra schopenhauariana), sus propuestas, respecto a saber cómo debemos plantearnos aquello que sean las vidas que nos ha tocado vivir, son completamente opuestas. Eh, y al final os hablaremos de nuestra recomendación personal sobre con qué obras entrar en su pensamiento si es que todavía no los habéis leído. Comencemos pues con el más antiguo, el bueno de Arthur Schopenhauer.

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Schopenhauer, feliz celebrando su cumpleaños

Schopenhauer descubrió o dio forma a la voluntad, y esto es una de las partes más destacadas de su obra y sobre la que pendula gran parte de la comparación entre ambos autores, pues en cómo entendamos la voluntad va cómo entendamos al ser humano. Nietzsche y posteriormente Freud darán cada uno su solución o la mejor forma de llevarla o entenderla ( pero nunca solucionarla, pues si hay algo característico de la voluntad es que es irreductible, dejando la libertad metafísica del hombre muy tocada).

La voluntad es el lado más oscuro, irracional e incontrolable del ser humano. Se encargan de descubrir y analizar el mayor problema del ser humano, aquella faceta suya que no responde a ningún intelecto, a ningún razonamiento, que es indomable y superior a él. Schopenhauer, realizando con maestría lo que Foucault posteriormente llamará arqueología del saber, encuentra en las catacumbas de lo humano aquello que hasta ahora parecía haberse pasado por alto a lo largo de la historia de la filosofía. Schopenhauer denominará a este impulso, a esta voluntad, voluntad de vivir, mientras que Nietzsche hablará de la voluntad de poder.

Esta voluntad de Schopenhauer es aquello que mueve al ser humano a actuar, sin que nosotros podamos tener ninguna capacidad de decisión sobre ellas, pues hasta el intelecto, hasta nuestra preciada razón, simplemente responde a los designios de la voluntad. Estamos en manos de la voluntad y lo único que podemos hacer es elegir con cuál de las opciones que tenemos llevaremos a cabo sus designios. Al igual que los planetas orbitan sobre una órbita de manera eterna, el ser humano orbita también sobre unos designios que lleva a cabo la voluntad.

Esto incide directamente en la libertad del hombre, y el desarrollo de la voluntad, el por qué actúa como actúa y qué nos queda tras esta verdad, se encuentra a lo largo de toda su obra, sobretodo en “El mundo como voluntad y representación” y “Sobre la libertad de la voluntad”.

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Sin Schopenhauer no se entiende a Freud, cuya obra sin embargo se ha hecho mucho más famosa.

Por un lado Schopenhauer ofrece, ante el poderío inexpugnable de la voluntad, una retirada que trata de ser lo más digna posible. Se apoya en el budismo, en el ascetismo, en huir de todo aquello que nos hace humano, en esas pasiones de las que jamás podremos huir pero que podemos mitigar dentro del escueto ámbito de libertad que deja al individuo.

Su postura parece tan pesimista que escapa a las posibilidades del ser humano. Schopenhauer afirma que la vida no merece ser vivida y que este es el peor de los mundos posibles. Sin embargo, al final de sus días como escritor de filosofía, redactó sus “Aforismos sobre el arte de saber vivir”, obra en la que en el prólogo afirma que no ha tenido más remedio que prescindir de las consecuencias de su filosofía.

Parece como si las exigencias del propio Schopenhauer acerca de la condición metafísica del hombre se escaparan del poder hacer humano. Para él, el único hombre capaz de escapar del sinsentido de la voluntad es el santo, pero muy pocos de los hombres pueden alcanzar tal condición debido a su dificultad y a la necesidad de tantísima negación para alcanzarlo.

Nietzsche será completamente opuesto, a pesar de aceptar esta realidad encontrada por Schopenhauer. Frente al retiro de Schopenhauer en las migajas que nos deja la voluntad, Nietzsche ofrece una visión fulgurante ante este sinsentido. Ve en el discurso de Schopenhauer una forma cobarde de plantear la vida, comparable con el nihilismo del cristianismo, que niega el valor del cuerpo y que propone un mundo mejor en una abstracción de la que nadie ha tenido la menor prueba y que de paso te arrebata tus energías creadoras, tu voluntad de poder.

El discurso de Nietzsche, a pesar de que el de Schopenhauer tampoco tenga nada de cándido debido a su ferocidad pesimista, es algo más desencubridor de discursos que tratan de hacerse con nuestra voluntad de poder.

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Su principal objetivo en esta tarea crítica (que indicó de manera magistral el camino a otros célebres filósofos de la sospecha como Foucault) fue el cristianismo y la metafísica occidental (debido a verse vertebrada principalmente por pensadores o influencias de tinte cristiano), que han llevado a cabo un desarrollo moral en Occidente que destroza al hombre y su capacidad vital. Por ello lo llamará moral de esclavos, predicadores de la muerte a la casta sacerdotal cristiana entre otras lindezas forjadas en el martillo con el que decía que hacía filosofía.

Nietzsche no ofrece una solución tal cuál como Schopenhauer; lo que te ofrece es la enseñanza de que no te dejes engañar, de que la voluntad de poder es lo más valioso que tiene el hombre para hacer de su vida algo significativo y que entregarlo por algo tan barato como una salvación en un mundo ideado por los predicadores de la muerte es la mayor locura que podemos tratar de hacer. Para Schopenhauer debemos retirarnos, pues la vida tiene muy poco valor al casi no pertenecernos. Somos algo así como una broma cósmica, una “divina comedia” en la que sólo podemos tratar de pasar sufriendo lo menos posible.

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Nietzsche esperando a que Dios vuelva de comprar el pan.

Para Nietzsche, sin embargo, lo único que tenemos es tiempo, devenir, no hay nada escrito y debemos reafirmarnos creando nuestro propio sentido ante la falta de este en la existencia. Para Nietzsche debemos ser conscientes de que todo aquello que no nos diga que la única certeza que tenemos son los días que nos quedan por delante (los que sean) es una idea peligrosa y moralmente dominante, pues trata de hacerse con tu pasión, con tu energía (que es lo que hace el cristianismo, prometerte otro mundo mejor a cambio de que renuncies a este, pues no vale nada).

Por supuesto, Nietzsche no puede dar una receta para alcanzar el lograr ser el superhombre, y por lo tanto, su obra tomó un cariz tan crítico y despectivo con aquellos que pretendían robar la voluntad de poder al individuo. Sólo uno mismo puede hacerse a sí mismo superhombre, y si alguien te da la receta, has de sospechar de ello.

¿En qué se basan los predicadores de la muerte para crear rebaños de hombres mansos que no buscan más que aquello que les dictan? ¿Cómo logran convencer a las masas para que se entreguen, para que regalen su voluntad de crearse un sentido a cambio de incertidumbres? En esencialismos, y aquí entra la crítica a la metafísica occidental. Se ciernen sobre una supuesta naturaleza humana. Tratan tanto de definirla como de cerrar esta definición, pudiendo así decir a los hombres qué es lo que son y qué es lo que realmente pueden y tienen que hacer (crítica que iría tanto al cristianismo como a Schopenhauer, que a pesar de su gran aporte de la voluntad, va más allá de lo que realmente puede afirmar).

La metafísica se ha basado en crear esencialismos, en definir la naturaleza humana de una forma que ha favorecido la creación de un cuerpo de individuos (el clero en el caso inmediato de las vivencias de Nietzsche) que se aprovechan de esa imagen fija y eterna de la naturaleza humana para atemorizar al hombre y tenerlo así sumiso, domesticado, pastoreable. Son las legiones de rebaños que la Iglesia posee lo que Nietzsche no le perdona al cristianismo, el constante atentado contra la libertad humana que ha desarrollado a lo largo de los siglos lo que le lacera de tal forma que le hace lanzarse a la escritura de la manera apasionada, irreconciliable e inapelable en la que lo hace.

Para Nietzsche lo único evidente es que no puede haber ningún esencialismo del ser, ninguna base que dicte para siempre las máximas de la naturaleza humana. Ésta sólo es devenir y tiempo. Tiempo en la Tierra, en nuestra vida, que es lo único que tenemos. Crear otros mundos, es decir, cualquier metafísica, es negadora de esta vida, y por lo tanto de la libertad del hombre a crear en la inmediatez del aquí, de la materia, el valor que así mismo quiera darse. La mayor «fábrica» de esencialismos negadores de la libertad del individuo es el cristianismo, que ha definidio, para mal (siempre según Nietzsche), la historia cultural de Occidente. Y aquí es donde está la muerte de Dios, en acabar con todos esos esencialismos que cercenan la comprensión que tiene el hombre de sí mismo y que se basa en una moral de esclavos, objeto sobre el que Nietzsche aplicará su corrosiva crítica.

Si para Schopenhauer el único hombre que puede huir de la voluntad es el santo, para Nietzsche lo es el superhombre que, afirmando su voluntad creadora, se convierte en el artista, aquél que consigue crear con su vida una obra de arte. El santo de Schopenhauer huye hacia el ascetismo, el artista de Nietzsche se quema con pasión en aquello que de todas formas se lo iba a llevar por delante.

Nietzsche amplía el registro de la palabra artista. No se refiere al pintor, al escultor o al literato. Lleva la palabra artista hasta el artesano, el maestro, el dependiente o el deportista…cualquiera puede ser artista, si ese cualquiera es capaz de seguir su propio orden ante el abismo que se nos presenta mediante el desafío de vivir, si es capaz de huir de ese miedo a la libertad y ser su propia norma, sin que nadie se la cree o se la de hecha a cambio de una vida más tranquila.

El desafío del superhombre en Nietzsche es muy grande, pues se encontrará con la mayor soledad que se haya visto en su búsqueda del sentido. El filósofo alemán desconfía en todo momento de la masa, de los demás, como elementos subversivos que pueden poner en riesgo nuestra obra, como pequeños demonios que lo único que tratan es de boicotearnos en su intención de elevarnos por encima de la mediocridad que ellos mismos representan, que no quieren abandonar y que tampoco están dispuestos a que nadie abandone. La sociedad para Nietzsche es una carga de la que debemos depender lo menos posible para poder llevar a cabo nuestra labor creadora, pues en el momento en el que entramos en la masa, ésta sólo es un peligro, una carga sobre nuestra posibilidad de crear nuestro propio sentido.

Para Schopenhauer la estética también tiene un apartado fundamental en su obra, pero él la entiende de otra forma. La estética para Schopenhauer será la única forma que tengamos para que, en momentos puntuales, logremos huir de la dictadura de la voluntad. Tan sólo lograremos ser libres en aquellos momentos en los que la música nos lleve a otros lugares, en los que la contemplación de lo sublime nos aleje de nuestra constitución humana (que a la vez se manifiesta como condición indispensable para nuestra existencia y como garantía de nuestra penitencia existencial). En Schopenhauer la estética será una vía de huida, mientras que para Nietzsche será la manera de domar a la voluntad, de superarla y entregarnos al fulgor de la inmediatez de la única certeza que tenemos, el mundo sensible.

Pasando al aspecto ético, quizás Schopenhauer se haya preocupado más por él que Nietzsche. En la obra de Nietzsche se critica todo lo que es construcción como ideología (en este apartado se aproxima mucho al pensamiento de Marx, a pesar de sus críticas al socialismo), y sólo ve la ética como dominación y búsqueda de lograr la consecución de unos intereses propios a costa de la voluntad de poder de los demás.

Esta crítica niega cualquier posibilidad de ética, pero, aunque no se puede negar que ningún discurso ni ninguna ética es pura y blanca (porque es realizada por seres humanos principalmente), es necesario una manera de convivir entre todos.

En lo que Nietzsche destaca, sin embargo, es en su parte de psicólogo (como él mismo se define, esquivando la etiqueta de filósofo). Conoce al ser humano a la perfección, y realiza una arqueología profundísima sobre los motivos del actuar humano, sobre la energía básica que nos lleva a cometer las mayores atrocidades y las mayores proezas. Nos muestra que el peligro de crearnos limitaciones está en todas partes, hasta en nosotros mismos, y nos muestra el riesgo de adoptar ideas que (evidentemente sin fundamento, pues abogarán por esencialismos inexistentes) nos coarten en nuestro crear vital. Nietzsche, más que un guía de aquello que debemos hacer, es el consejero que te dice que desconfíes de aquello que no te garantice una mínima inocuidad frente a la actitud vital, que se encuentra en el filósofo alemán por encima de todo. Nada hay más valioso que una vida que merezca ser vivida (y que esta sea tan valiosa que merezca ser vivida una y otra vez, su famoso eterno retorno), por lo que trata de asegurarse que no nos dejemos arrebatar la posibilidad de tenerla por nada del mundo. Nietzsche es un amigo brutalmente sincero que te dice las cosas que estás haciendo mal.

Schopenhauer por su parte, y aunque pueda parecer sorprendente, introduce en su pesimismo un gran sentimiento ético (pues para él toda metafísica supone una ética, una forma de comportarse con los demás en función de que según veamos a los demás, así nos comportaremos con ellos). Nace del saber que todos somos títeres de la voluntad, que todos pasamos el mismo tormento al existir en este mundo y que lo único que podemos hacer es tratar de escapar a la voracidad creadora de la voluntad, tarea bastante limitada para las ambiciones propias del ser humano.

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Schopenhauer, gran pesimista y mejor meme

Por todo esto, sólo podemos sentir compasión, empatía, hacia el otro, como sufridor de nuestro mismo malestar y padecimiento. Schopenhauer parece situarnos en una jaula, en una prisión metafísica de la que ni el suicidio nos salva (pues sería reproducir los impulsos que la voluntad graba a fuego en nuestras venas).

Ante esta visión de que todos los seres humanos somos presos del mismo secuestrador, nace una camaradería, una hermandad hacia el otro que no puede hacer más que comprenderme.

También en Schopenhauer se encuentran unos de los primeros alegatos en contra del maltrato animal y a favor de su vida. Seres vivos habitualmente maltratados por la filosofía (con acercarnos al ejemplo de Descartes nos es más que suficiente), en el filósofo alemán se encuentran con un lugar de remanso y paz, en el que no deben ser maltratados ni torturados.

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Filosofía y realidad, una relación necesariamente complicada

Esta noción de no maltratar ni asesinar a los demás seres vivos ya no nace de la compasión hacia unos congéneres que comparten secuestrador, pues, como bien dice Cioran, los animales viven, mientras que nosotros tenemos que existir. Para Schopenhauer somos la creación más elevada de la voluntad, y por lo tanto la única que es consciente de la locura que ésta ha engendrado en este universo de la materia. Los animales no son conscientes y siguen sus impulsos ciegamente.

Por lo que no se debe maltratar al resto de seres vivos es, por tanto, por una noción también metafísica, por una de las comprensiones más antiguas del pensamiento humano, presente ya en el budismo y que se puede encontrar también, de forma paradójicamente divertida, en el archienemigo de Schopenhauer, Hegel.

Esta noción es la de “Tú eres Eso” que se encuentra en los Upanishads, antiquísimos textos religiosos (si es que se pueden llamar así) de la religiosidad india. Para Schopenhauer, sólo por culpa de la voluntad nos comprendemos (a nosotros y a los otros) como individuos, a cada uno como una isla, a cada uno como la parte más importante del universo, lo que nos lleva a ser tan feroces entre nosotros. Sin embargo, más allá de sus artimañas (lo que nos llevaría un gran esfuerzo del que es capaz, en un último nivel, sólo el santo), lo que encontramos es la unidad de la materia, de todo lo existente, en una eternidad ajena del afán creador y de la búsqueda de la constante reproducción de la voluntad y del por lo tanto peor de los mundos posibles.

Conocer esto nos hace un poco más libres de los tejemanejes de la voluntad, y por lo tanto, para Schopenhauer, comprender a los animales como seres que merecen ser tratados como quisiéramos que nos tratasen a nosotros (interesante circunloquio que hace Schopenhauer para acabar llegando a la famosa Regla de Oro propuesta por uno de sus maestros filosóficos, Kant) porque, en el fondo, el resto de la materia somos también nosotros a pesar del engaño de la división que introduce la voluntad.

Nietzsche es uno de los autores que mejor está envejeciendo en la actualidad, y puede ser uno de los filósofos más conocidos hoy en día más allá de los círculos académicos. Sin embargo, Schopenhauer está bastante más olvidado, quizás debido a que nos dice cosas que no queremos escuchar. No se puede decir que este olvido tenga que ver con que su filosofía haya sido desbaratada por otros pensadores más recientes o que hoy en día ya no se pueda hablar en sus términos.

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Nietzsche, la «rockstar» actual de la filosofía. Quizás también él sea más conocido que Jesús.

Schopenhauer se adelantó 40 años a Darwin y su selección natural. Con su estudio de la voluntad, dio con la espina dorsal que define la evolución humana y lleva imperando en todo tipo de ciencias durante décadas. También llegó a conclusiones tan precisas que muchas de ellas están siendo hoy reafirmadas por estudios científicos (que se atribuirán todo el mérito por desconocimiento de la obra de Schopenhauer, por no leer filosofía). Además de esto, todo el engaño que la publicidad crea, parte de la noción de voluntad de Schopenhauer, pues sabiendo que el hombre tiene unos impulsos irreprimibles, lo que trata de hacer es explotarlos para llevar al hombre a comprar aquello que no necesita.

Al igual que muchas veces se afirma que la filosofía griega contiene en sí misma casi todo lo que posteriormente se ha dicho en filosofía, muchas veces se puede pensar esto mismo de forma análoga respecto a la ciencia y la filosofía, sin reconocérsela a esta última sus avances en un pirateo intelectual, que en este caso padece la obra y el legado de Schopenhauer, sorprendentemente algo olvidado hoy en día.

Es vital comprender los años venideros desde las enseñanzas que ambos filósofos nos dieron, pues como hemos visto, sus enseñanzas nos son inolvidables.

Sigue y seguirá habiendo, sin poder evitarse, predicadores de la muerte, pastores que se ofrezcan a llevar las responsabilidades de tu libertad a sus espaldas a cambio del módico precio de tu sumisión. La pasión y voracidad humana por buscar esencias, algo fijo a lo que agarrarse, no decrecerá. Por ello, el ciudadano, como individuo constituyente de la sociedad, debe informarse, nutrirse de la desconfianza que vierten estos autores, para sospechar tanto de nosotros mismos y las cárceles que a veces nos creamos (y que peor carcelero que nosotros mismos) como las que nos crean desde fuera.

No podremos comprender al ser humano sin comprender los más oscuros motivos por los que actúa. Independientemente de que personalmente nos agrade más la postura schopenhauariana o la nietzschiana, ambos deben mostrársenos como guías indispensables para entender nuestra forma de ser, nuestra forma de desenvolvernos en el mundo y por tanto nuestra forma de construir las sociedades en las que todos vivimos.

Para concluir, y como hemos prometido al principio del artículo, os vamos a recomendar unas pautas.

Para entrar en la lectura de Schopenhauer, y antes de enfrentarse a su obra más famosa y más reconocida (hoy día, pues pasó sin pena ni gloria en su época) “El mundo como voluntad y representación” (obra para la que el propio Schopenahuer pone varios requisitos previos antes de enfrentarse a ella, como entender la idea principal de la Critica de la Razón Pura de Kant), os recomendaríamos empezar leyendo dos pequeños libros, primero “La libertad de la voluntad” y “La voluntad en la naturaleza”. Además de obras suyas, para entender parte de ese pesimismo metafísico del filósofo alemán, es muy útil leer los Upanishads, que aunque a los occidentales nos suele sonar muy desconocido por nuestro desconocimiento acerca de la intrincada religiosidad india, es una lectura muy recomendable y bastante asequible.

Para leer a Nietzsche y tener claro a lo que se está refiriendo con su crítica (pues es un autor que, de tan famoso que es, también es muy malinterpretado), recomendamos empezar por “El ocaso de los ídolos” para luego continuar con su famoso “Así habló Zaratustra” y “La genealogía de la moral” o “Sobre verdad y mentira en sentido extra moral”.

También, para entender su obra centrándose en su contexto (pues en estos autores es especialmente importante) y para introducirse sin tener un conocimiento filosófico que nos ayude, recomendamos las obras de Rudiger Safranski sobre Nietzsche y y Schopenhauer, que aúnan el ensayo y la novela para, acercándonos más a las personas detrás de los grandes filósofos, comprender más de cerca su obra.

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Si no tienes conocimiento previo filosófico, estos tres libros os pueden ayudar mucho.

Pensamos que estos libros dejan claro los cimientos sobre los que se basa la mayoría de su filosofía, y una vez introducidos, podremos manejar cualquier otra obra de su bibliografía sin problema (aunque quizás Schopenhauer, como ya os hemos dicho que él mismo dice, requiera de un mayor conocimiento filosófico ajeno a su propia filosofía).

Un comentario en “Nietzsche y Schopenhauer: Una comparación.

  1. Schopenauer se eleva muy por encima como filósofo ético y profundo,respecto de Nietzsche quien no solo carece de la profundidad del anterior ,sino que ademss en sus arengas intempestivas se advierten ya su propio final como paranoico,recluido al cuidado de su madre…así termino sus dias su mentado «superhombre» postrado y psicótico,superhombre que por cierto sirvió de modelo al monstruo nazi que lo tomó como modelo

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